Sunday 3 August 2008

Pellegrini, retorno al origen

Bueno, es cierto que les debía fotografías de aquel poblado bonaerense en que he vivido buena parte de mi adolescencia, he completado mis estudios intermedios y mis padres habían decidido asentar casa luego de tantas mudanzas en las espaldas y debido al trabajo que en vida había desarrollado mi padre. Pretendo que esta entrada tenga el sentido de un retorno al origen no sólo desde lo individual, sino también desde lo societal.

Pellegrini es un pequeño pueblo de gran corazón que me ha dado mucho: espacio vital, estudios, trabajo, posibilidades para mis padres, etc. Tiene una historia muy rica que comienza con el siglo XX, en pleno desarrollo nacional que por entonces extendía un ferrocarril que significaba progreso, prosperidad, transporte y comunicación. Las noticias de Buenos Aires llegaban con El Expreso, y el paseo por la estación era una actividad obligada. Mi abuelo paterno, que ya desde entonces conducía locomotoras, me había contado todo lo que eso significaba en los poblados del interior. Luego, con la llegada del automóvil, con la evolución de las ideas de progreso, con la emergencia de nuevas formas de comunicación y con la incorporación de la eficiencia como criterio de reestructuración sistemática se fueron montando capas grises sobre esta verdadera fuente de identidad social, transformando esos edificios finiseculares -con mobiliarios y tecnología ingleses- en no-lugares posicionados al margen de la aldea global del siglo XXI. Siempre me impresionó tomar fotografías con ese sentido arqueológico, en el que la imaginación del observador es la que completa "lo que pudo haber sido".

El edificio municipal de Pellegrini tiene un espíritu espacial que también engendra subjetividades estratificadas representantes de todas las épocas transitadas. La plaza central, los boulevards perpendiculares y los edificios de las instituciones básicas del período fundacional reflejan el espíritu de la época. Por supuesto, también hay testimonios, canciones, fotografías, objetos y anécdotas narradas por los propios protagonistas del lugar. Otro punto que no debe dejar de ser considerado es que en los últimos años se han hecho estudios y valoraciones históricos y antropológicos para rescatar este tipo de elementos identitarios con motivo del siglo de vida cumplido hace poco. Inclusive, no hace muchos años se inauguró un museo que almacena todo un patrimonio comunal constituido en base a la contribución de objetos aportados por los vecinos del lugar.

Los silos, las calles anchas, los espacios verdes, el anfiteatro, la terminal de ómnibus, los clubes sociales, el Banco Provincia y los pubs completan la escena de un Pellegrini que se caracteriza por una fuerte cohesión social entre sus habitantes, un sentido fuerte de comunidad y la producción de talentos para todos los rubros: las artes, las artesanías, los deportes, etc. Los chicos gustan de aprender a bailar danzas folklóricas, a ejecutar instrumentos musicales y a desarrollar otro tipo de habilidades y destrezas culturales y/o deportivas que nos han hecho quedar muy bien en competencias regionales y provinciales.

Por último, no quiero dejar de señalar a la gente que hace cotidianamente, que valora al otro, que colabora con las iniciativas locales, que comunica en los medios, que participa socialmente y que se siente parte de una comunidad que los incluye en un proyecto de inserción regional que, por estos días, no está teniendo las mejores condiciones, pero que nunca deja de imaginar un futuro próspero y compartido; y es éste el elemento central hacia el que debe conducir toda operación de retorno o referencia como la de esta semana.

F.M.